Donde hay agua, hay vida.
Qué gran verdad. En esta zona tan seca de España, en pleno verano, y con este calor, quien tenga intención de encontrar aves sin dificultad, lo tiene fácil. La mayoría se congrega en torno a nuestros ríos, arroyos o embalses. No sólo podremos observar aquellas que se reproducen en sus entornos, como anátidas, garzas, cormoranes, etc., sino también muchas otras que acuden diariamente a saciar su sed, así como mamíferos, por ejemplo. Sus orillas están llenos de huellas que los delatan. Sobra decir, que son lugares perfectos para una "emboscada", y conseguir algunas instantáneas...
Pues bien. Los márgenes de los ríos Guadiana y Quebrada, cerca de la población de Lobón (BA), eran un lugar tan bueno como el que más, cercano y que además conocía más o menos de anteriores jornadas. Básicamente, hay multitud de altos eucaliptos en las orillas. El río tiene aquí ya un ancho considerable, no inferior a cincuenta metros. Y el resto de vegetación, es un mar de tierras de cultivo, un puzzle multicolor de parcelas dedicadas al tomate, al maíz, árboles frutales, etc.
Tras recorrer unos doscientos metros, dejé el sendero y me aparté a la derecha, siguiendo ahora otro de baldosas de cemento, a la sombra de los eucaliptos y separado de la orilla como diez metros. La zona resultó estar repleta de merenderos, todos vacíos, aunque había algún coche cerca. En los árboles, se apreciaban sin esfuerzo, multitud de pequeños nidos, ahora vacíos, y algunos Herrerillos Comunes (Cyanistes caeruleus), saltando de rama en rama. Al avanzar algo más, el recodo de Guadiana que tenía a mi lado, de golpe se ensanchó y apareció en toda su amplitud, cerca de cien metros de ancho. Me aposté en la orilla, donde no tenía vegetación ni obstáculos delante, y tiré de telescopio. No tardé mucho en detectar en la orilla de enfrente, algunos Martinetes (Nycticorax nycticorax), destacando como los anteriores. Pero lo mejor fue divisar hasta tres Garzas Imperiales (Ardea purpurea), en constante movimiento de un lado para otro, con la tranquilidad que le daba la distancia que nos separaba. Fue todo un lujo verlas durante largo tiempo...
Como no podía ser menos, también andaban cerca sus parientes cercanos, las Garzas Reales (Ardea cinerea). Un bonito desfile de contrastes, el que tenía frente a mi, los plumajes de unas y otras.
La nota curiosa esta vez la puso mi vecino, un pescador que tenía orilla adelante como treinta metros y que, al igual que esta garza, no estaba del todo tranquilo con mi presencia, y vino a saludarme, un escueto: "... Ehhh, hola...", mirarme de arriba a abajo, comprobar con la mirada los bultos que llevaba, e irse por donde vino, sin más. Esto del "pajareo", da para muchas anécdotas, y para un capítulo en exclusiva, al tiempo.
Ya había pasado más tiempo en aquel lugar del que tenía pensado quedarme, pero me costaba regresar. Como tantas otras veces, esperaba que en el último momento, apareciese lo mejor del día, el suceso inesperado, la cita que sobrepasaba a todas las anotadas hasta ese día. Así que, prometiéndome a mi mismo, que encontrara lo que encontrara, sería poco tiempo ("...diez minutos, no más, una panorámica sobre la orilla del río, lo juro..."), me acerqué justo al lugar de partida de la jornada. Encontré varias Garzas Reales (Ardea cinerea) equidistantes justo en frente, pescando con total tranquilidad. Poco más. Un sol plomizo y un aire tórrido, no daba muchas más opciones, ni a los pájaros, ni a los "pajareros".
Todas las fotos de la jornada aquí.
Pues bien. Los márgenes de los ríos Guadiana y Quebrada, cerca de la población de Lobón (BA), eran un lugar tan bueno como el que más, cercano y que además conocía más o menos de anteriores jornadas. Básicamente, hay multitud de altos eucaliptos en las orillas. El río tiene aquí ya un ancho considerable, no inferior a cincuenta metros. Y el resto de vegetación, es un mar de tierras de cultivo, un puzzle multicolor de parcelas dedicadas al tomate, al maíz, árboles frutales, etc.
Remanso del río con juncales, aguas tranquilas y poca profundidad. |
Primeros movimientos.
Quise empezar la jornada en un tranquilo recodo del río. Son lugares donde se puede encontrar a priori, gallinetas, garzas, pequeñas limícolas, y cómo no, anátidas. Siendo más ambiciosos alguna Polluela, los coloridos Morito (Plegadis falcinellus) o el Calamón (Porphyrio porphyrio), nunca se sabe. Y en las grandes arboledas, sentía curiosidad por comprobar, qué aves insectívoras y cantoras se alojaban allí.
Lo primero que observé, sin embargo, nada más poner pie en tierra, fue un Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo), que me sobrevoló silencioso a media altura, ave también muy común en nuestras aguas interiores. A continuación me quedé inmóvil para prestar atención a los sonidos. Una vez te familiarizas con ciertos cantos o reclamos, descubres que es una manera tremendamente cómoda de detectar aves. Anoté entonces Oropéndolas (Oriolus oriolus), en el fondo de la arboleda, con ese trino aflautado tan reconocible. Lo mismo ocurrió con el Cetia Ruiseñor (Cettia cetti), bien presente como era de esperar, siempre tímido, pero si se tiene un poco de paciencia, termina dejándose ver. Quizás hubiese uno cada cincuenta metros. Así como con las Codornices (Coturnix coturnix), otra constante este verano a primeras horas del día sobre todo.
Me acerqué a la orilla para buscar con detenimiento cerca del agua, en ambas orillas. Y hubo suerte. Un Avetorillo (Ixobrychus minutus) voló cosa de cincuenta metros a ras de agua, hasta posarse en los juncos a muy poca altura del agua. Había otro próximo, que caminaba y picoteaba en el agua poco profunda. Igual que este último, había otras dos Gallinetas Comunes (Gallinula chloropus), con similar comportamiento. Río abajo y volando a media altura, llegaron dos Pagazas Piconegras (Gelochelidon nilotica), que dieron media vuelta al pasar más o menos por mi posición. Solían volar repetidamente como en bucle infinito, sobre un tramo más o menos extenso del río, dando vueltas una y otra vez.
Otros que tampoco faltaron, como era de esperar, eran los Martinetes (Nycticorax nycticorax). Conté hasta cuatro, posados en las ramas de las arboledas, asomados como a balcones al pie del agua. Sus cuerpos blancos contrastaban notoriamente con el verde de las hojas. Y como no podía ser menos, varias Garzas Reales (Ardea cinerea) pescaban tranquilamente donde el agua no cubría. Otras se posaban en los árboles cercanos, en un constante ir y venir.
Lo primero que observé, sin embargo, nada más poner pie en tierra, fue un Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo), que me sobrevoló silencioso a media altura, ave también muy común en nuestras aguas interiores. A continuación me quedé inmóvil para prestar atención a los sonidos. Una vez te familiarizas con ciertos cantos o reclamos, descubres que es una manera tremendamente cómoda de detectar aves. Anoté entonces Oropéndolas (Oriolus oriolus), en el fondo de la arboleda, con ese trino aflautado tan reconocible. Lo mismo ocurrió con el Cetia Ruiseñor (Cettia cetti), bien presente como era de esperar, siempre tímido, pero si se tiene un poco de paciencia, termina dejándose ver. Quizás hubiese uno cada cincuenta metros. Así como con las Codornices (Coturnix coturnix), otra constante este verano a primeras horas del día sobre todo.
Me acerqué a la orilla para buscar con detenimiento cerca del agua, en ambas orillas. Y hubo suerte. Un Avetorillo (Ixobrychus minutus) voló cosa de cincuenta metros a ras de agua, hasta posarse en los juncos a muy poca altura del agua. Había otro próximo, que caminaba y picoteaba en el agua poco profunda. Igual que este último, había otras dos Gallinetas Comunes (Gallinula chloropus), con similar comportamiento. Río abajo y volando a media altura, llegaron dos Pagazas Piconegras (Gelochelidon nilotica), que dieron media vuelta al pasar más o menos por mi posición. Solían volar repetidamente como en bucle infinito, sobre un tramo más o menos extenso del río, dando vueltas una y otra vez.
Primer tramo del río Guadiana al que me acerqué. |
Otros que tampoco faltaron, como era de esperar, eran los Martinetes (Nycticorax nycticorax). Conté hasta cuatro, posados en las ramas de las arboledas, asomados como a balcones al pie del agua. Sus cuerpos blancos contrastaban notoriamente con el verde de las hojas. Y como no podía ser menos, varias Garzas Reales (Ardea cinerea) pescaban tranquilamente donde el agua no cubría. Otras se posaban en los árboles cercanos, en un constante ir y venir.
Una de las muchas Garzas Reales (Ardea cinerea) presentes. |
Martinete (Nycticorax nycticorax) a pie de agua. |
Ahora a por insectívoras.
Había consumido la primera hora, y apenas había avanzado distancia alguna. No es que fuese la prioridad, pero tampoco quería perder la ocasión de rastrear y conocer más este área. Así que seguí por la orilla río arriba algunos metros, mientras la vegetación me lo permitió. Para mi decepción, había multitud de basura "dominguera", repartida por todos lados, debajo de los árboles, en el agua, restos de hogueras... Sobran los comentarios.
Llegué al poco, a un grupo de eucaliptos imponentes, cuya base estaba perfectamente custodiada por zarzas impracticables. De manera que, viendo y escuchando movimiento en dichos árboles, me quedé a cierta distancia y me oculté aceptablemente entre los matorrales cercanos, permaneciendo en silencio. Tanto la arboleda como los alrededores, dieron de sí bastante, y pude anotar como una docena de especies:
- Mirlo Común (Turdus merula).
- Estornino Negro (Sturnus unicolor).
- Abejaruco (Merops apiaster).
- Martín Pescador (2) (Alcedo atthis).
- Tórtola Turca (Streptopelia decaocto).
- Buitrón (Cisticola juncidis).
- Jilguero (Carduelis carduelis).
- Arrendajo (2) (Garrulus glandarius).
- Bengalí Rojo (Amandava amandava).
- Pico de Coral o Estrilda (Estrilda astrild).
- Golondrina Común (Hirundo rustica).
- Gorrión Moruno (Passer hispaniolensis).
- Pinzón Común (inmaduro) (Fringilla coelebs).
Algunas notas. Me sorprendió gratamente la pareja de Arrendajos (Garrulus glandarius). De unos años para acá, no lo he observado por ningún lado, independientemente del hábitat, y siempre hablando de la provincia de Badajoz, y de la zona centro en particular, eso sí, que es por la que suelo moverme. Pero lo que me llamó especialmente la atención, fue la presencia destacada del Bengalí Rojo (Amandava amandava), siendo la insectívora más abundante con diferencia, y casi la exclusiva, encontrando contados individuos de las otras especies. Recordemos que esta colorida ave, de origen foráneo (sur de Asia), ha sido incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, aprobado por Real Decreto 1628/2011, de 14 de noviembre, estando prohibida en España su introducción en el medio natural, posesión, transporte, tráfico y comercio. Una más de las muchas aves introducidas artificialmente en el medio natural en España, como la Cotorra de Kramer (Psittacula krameri), Cotorra Argentina (Myiopsitta monachus), etc.
Llegué al poco, a un grupo de eucaliptos imponentes, cuya base estaba perfectamente custodiada por zarzas impracticables. De manera que, viendo y escuchando movimiento en dichos árboles, me quedé a cierta distancia y me oculté aceptablemente entre los matorrales cercanos, permaneciendo en silencio. Tanto la arboleda como los alrededores, dieron de sí bastante, y pude anotar como una docena de especies:
- Mirlo Común (Turdus merula).
- Estornino Negro (Sturnus unicolor).
- Abejaruco (Merops apiaster).
- Martín Pescador (2) (Alcedo atthis).
- Tórtola Turca (Streptopelia decaocto).
- Buitrón (Cisticola juncidis).
- Jilguero (Carduelis carduelis).
- Arrendajo (2) (Garrulus glandarius).
- Bengalí Rojo (Amandava amandava).
- Pico de Coral o Estrilda (Estrilda astrild).
- Golondrina Común (Hirundo rustica).
- Gorrión Moruno (Passer hispaniolensis).
- Pinzón Común (inmaduro) (Fringilla coelebs).
Algunas notas. Me sorprendió gratamente la pareja de Arrendajos (Garrulus glandarius). De unos años para acá, no lo he observado por ningún lado, independientemente del hábitat, y siempre hablando de la provincia de Badajoz, y de la zona centro en particular, eso sí, que es por la que suelo moverme. Pero lo que me llamó especialmente la atención, fue la presencia destacada del Bengalí Rojo (Amandava amandava), siendo la insectívora más abundante con diferencia, y casi la exclusiva, encontrando contados individuos de las otras especies. Recordemos que esta colorida ave, de origen foráneo (sur de Asia), ha sido incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, aprobado por Real Decreto 1628/2011, de 14 de noviembre, estando prohibida en España su introducción en el medio natural, posesión, transporte, tráfico y comercio. Una más de las muchas aves introducidas artificialmente en el medio natural en España, como la Cotorra de Kramer (Psittacula krameri), Cotorra Argentina (Myiopsitta monachus), etc.
Otra arboleda cercana.
Me quedaba una última hora por delante más o menos, y a tiro de piedra, otra arboleda que parecía interesante. Tirando de Google Maps, resultó que a sus pies llegaba otro recodo del río Guadiana, así que no me lo pensé dos veces y tomé el camino que tenía al lado, y que me llevaba directo. Por el trayecto, encontré un poste que me indicó que el mismo formaba parte de la ruta GR 114, llamada Camino Natural del Guadiana. Buscando algo de información, resulta que además de ser una ruta que como su nombre indica, va paralela al río Guadiana desde su nacimiento, en la Laguna Blanca (Ciudad Real), recorre nada menos que 1.004 kms, hasta finalizar en Ayamonte (Huelva).
Poste indicativo de ruta GR 114. |
Tras recorrer unos doscientos metros, dejé el sendero y me aparté a la derecha, siguiendo ahora otro de baldosas de cemento, a la sombra de los eucaliptos y separado de la orilla como diez metros. La zona resultó estar repleta de merenderos, todos vacíos, aunque había algún coche cerca. En los árboles, se apreciaban sin esfuerzo, multitud de pequeños nidos, ahora vacíos, y algunos Herrerillos Comunes (Cyanistes caeruleus), saltando de rama en rama. Al avanzar algo más, el recodo de Guadiana que tenía a mi lado, de golpe se ensanchó y apareció en toda su amplitud, cerca de cien metros de ancho. Me aposté en la orilla, donde no tenía vegetación ni obstáculos delante, y tiré de telescopio. No tardé mucho en detectar en la orilla de enfrente, algunos Martinetes (Nycticorax nycticorax), destacando como los anteriores. Pero lo mejor fue divisar hasta tres Garzas Imperiales (Ardea purpurea), en constante movimiento de un lado para otro, con la tranquilidad que le daba la distancia que nos separaba. Fue todo un lujo verlas durante largo tiempo...
Garzas Imperiales (Ardea purpurea) en constante movimiento. |
Nidos usados en la arboleda, posiblemente por Gorriones. |
Como no podía ser menos, también andaban cerca sus parientes cercanos, las Garzas Reales (Ardea cinerea). Un bonito desfile de contrastes, el que tenía frente a mi, los plumajes de unas y otras.
Garza Real (Ardea cinerea) algo desconfiada, mirando desde lo lejos. |
Ahora en video...
La nota curiosa esta vez la puso mi vecino, un pescador que tenía orilla adelante como treinta metros y que, al igual que esta garza, no estaba del todo tranquilo con mi presencia, y vino a saludarme, un escueto: "... Ehhh, hola...", mirarme de arriba a abajo, comprobar con la mirada los bultos que llevaba, e irse por donde vino, sin más. Esto del "pajareo", da para muchas anécdotas, y para un capítulo en exclusiva, al tiempo.
Retorno.
Volví sobre mis pasos, prácticamente deshaciendo el camino andado. Todavía expectante ante la posibilidad de que apareciese algún ave interesante, miré a mi alrededor a media altura, en particular sobre el campo de maíz que tenía a mi derecha. Nada. Al pasar sobre la primera arboleda que visité a primera hora, pude escuchar un Busardo Ratonero (Buteo buteo), algo más alejado, cerca del río seguramente. Ese día, no había tenido suerte alguna con las rapaces, ni milanos, cernícalos, aguiluchos... Uhm... No me parecía ni normal.
Estaba ya al lado del vehículo cuando caí en la cuenta de que, a cosa de cincuenta metros, había visto nada más llegar a primera hora, un pescador en una charca, y quise acercarme ahora que no se veía nadie. Nunca se sabe. No observé apenas movimiento por las orillas, a pesar de haber abundantes setos, árboles... y flores. Estaba rodeada de grandes matas de flores rosáceas, denominadas Arroyuelas (Lythrum salicaria). En una de ellas observé, algo impresionado, una abeja o avispa de tamaño considerable, como de cinco o seis centímetros, y por un momento llegué a pensar que eran las famosas Avispas Chinas (Vespa velutina). Al buscar información más tarde, averigüé que en realidad se trataba de un Avispón (Megascolia maculata flavifrons), especie totalmente autóctona, aunque no demasiado común. Bastante menos peligrosa, aunque de dolorosa picadura (eso ya lo imaginaba viendo el tamaño).
Estaba ya al lado del vehículo cuando caí en la cuenta de que, a cosa de cincuenta metros, había visto nada más llegar a primera hora, un pescador en una charca, y quise acercarme ahora que no se veía nadie. Nunca se sabe. No observé apenas movimiento por las orillas, a pesar de haber abundantes setos, árboles... y flores. Estaba rodeada de grandes matas de flores rosáceas, denominadas Arroyuelas (Lythrum salicaria). En una de ellas observé, algo impresionado, una abeja o avispa de tamaño considerable, como de cinco o seis centímetros, y por un momento llegué a pensar que eran las famosas Avispas Chinas (Vespa velutina). Al buscar información más tarde, averigüé que en realidad se trataba de un Avispón (Megascolia maculata flavifrons), especie totalmente autóctona, aunque no demasiado común. Bastante menos peligrosa, aunque de dolorosa picadura (eso ya lo imaginaba viendo el tamaño).
Avispón (Megascolia maculata flavifrons). |
Ya había pasado más tiempo en aquel lugar del que tenía pensado quedarme, pero me costaba regresar. Como tantas otras veces, esperaba que en el último momento, apareciese lo mejor del día, el suceso inesperado, la cita que sobrepasaba a todas las anotadas hasta ese día. Así que, prometiéndome a mi mismo, que encontrara lo que encontrara, sería poco tiempo ("...diez minutos, no más, una panorámica sobre la orilla del río, lo juro..."), me acerqué justo al lugar de partida de la jornada. Encontré varias Garzas Reales (Ardea cinerea) equidistantes justo en frente, pescando con total tranquilidad. Poco más. Un sol plomizo y un aire tórrido, no daba muchas más opciones, ni a los pájaros, ni a los "pajareros".
Última foto del día. Fin de jornada. |
Todas las fotos de la jornada aquí.
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