Nuevamente por Alange (BA).
Y es que esta zona da mucho juego. La gran extensión que ocupa este embalse, entre campos de cultivo, y unido a su proximidad a las sierras centrales de la provincia, lo hacen un lugar tan bueno como el que más para la observación de aves. No en vano, como recordamos, es un área declarada como ZEPA.
Varios arroyos desembocan en él (aparte del río Matachel, su principal fuente), el Valdemedel, el Palomillas y el San Juan, y hacia este último fue a donde nos dirigimos, justo donde enlaza con el embalse. Como sabíamos que por estas fechas, el nivel del agua estaría en mínimos (algunos islotes incluso son accesibles por tierra ahora mismo), la zona sería más que propicia para limícolas, anátidas, etc. Pero además, también convendría estar atentos a las aves en paso post-nupcial, esto es, aquellas que se dirigen a África tras el período de reproducción, para pasar el invierno.
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Punto de comienzo de la jornada. Embalse a la izquierda, y arroyo a la dcha. |
Desde el puente.
Como casi siempre, iniciamos la jornada a las ocho de la mañana. La luz a esas horas era de un intenso naranja, y había tal algarabía de trinos, que difícilmente podían separarse unos de otros.
Tras dejar el vehículo en el que llegamos, nos aproximamos al arroyo siguiendo la carretera que lo atraviesa. En dicho punto, encontramos un pequeño puente que ofrecía un lugar aventajado, desde el que observamos las primeras aves. Un par de Lavanderas Blancas (Motacilla alba), varios diminutos Chorlitejos, a poca distancia, correteaban por las orillas del exiguo cauce del arroyo, tanto el Chorlitejo Chico (Charadrius dubius) como el Chorlitejo Grande (Charadrius hiaticula).
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Chorlitejo Chico (Charadrius dubius). Foto: Agustín Giraldo. |
Igualmente, pudimos observar junto a ellos, otros inquilinos igual de frecuentes por las orillas, el Andarríos Chico (Actitis hypoleuca), hasta ocho ejemplares en total durante la jornada, y el Andarríos Grande (Tringa ochropus), tres ejemplares en total.
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Andarríos Grande (Tringa ochropus) en la parte superior, y Andarríos Chico (Actitis hypoleuca). Foto: Agustín Giraldo. |
Tampoco podían faltar las esbeltas Cigüeñuelas (Himantopus himantopus), un grupito de cuatro ejemplares ya algo más alejadas, en la cola del embalse.
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Cigüeñuela (Himantopus himantopus). |
Avanzando.
Tras cosa de una hora, decidimos dirigirnos siguiendo la orilla del arroyo y algo más tierra adentro, en dirección al embalse, y en particular hacia unas pequeñas porciones de tierra y piedras, que habían quedado al descubierto entre el agua. Desde lo lejos, podíamos observar mucho movimiento por esa zona. El trayecto estaba plagado de Retamas y algunas Encinas. Y resultó provechoso, ya que pudimos anotar otras muchas especies. A saber: Mirlo C. (Turdus merula), una pareja de Palomas Torcaces (Columba palumbus), otra de Abubillas (Upupa epops), un grupito de entre cinco y diez Rabilargos (Cyanopica cyanus) que se movían ruidosamente, alguna Perdiz Roja (Alectoris rufa) que sólo pudimos oír a lo lejos, lo mismo que una pareja de Cuervos (Corvus corax), alguna que otra Tórtola Turca (Streptopelia decaocto), y finalmente una Ganga Ortega (Pterocles orientalis), que salió despavorida de la base de una encina, con un sonido muy mecánico a modo de alarma. Primera vez que observo este ave, por cierto. También pudimos observar sobre los lejanos roquedos de enfrente, como una cincuentena de Buitres Leonados (Gyps fulvus).
Mención aparte merecen los siguientes por estar a punto de dejarnos: un único ejemplar de Tórtola Común (Streptopelia turtur), Abejarucos (Merops apiaster), un pequeño grupo de no más de cinco ejemplares como mucho, que sólo pudimos oír. Sólo dos Aviones Comunes (Delichon urbicum), en contraste con la semana anterior en el embalse de Nogales, donde eran cientos. Y finalmente, multitud de Papamoscas Cerrojillo (Ficedula hypoleuca), en paso por nuestro territorio y camino de África, tras criar en latitudes superiores. Lo mismo que algunos Mosquiteros Musicales (Phylloscopus trochilus).
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Hembra de Papamoscas Cerrojillo (Ficecula hypoleuca). |
Nuevo emplazamiento.
Tras unos trescientos metros, nos situamos frente al par de pequeños islotes que antes mencioné, ocultándonos entre los arbustos. Habiendo reduciendo la distancia de manera considerable, ahora podríamos identificar más fácilmente las especies que por allí se movían. Para empezar, en nuestra propia orilla y bien cerca, teníamos un Martín Pescador (Alcedo atthis), posado en una rama, acechando a los pececillos.
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Martín Pescador (Alcedo atthis). Foto: Agustín Giraldo. |
En esa misma dirección, y siguiendo la orilla, apareció uno de los cuatro ejemplares de Agachadiza Común (Gallinago gallinago) que pudimos observar, una invernante que justo ahora, empieza a dejarse ver.
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Agachadiza Común (Gallinago gallinago). Foto: Agustín Giraldo. |
A ella le siguieron especies más comunes, como el Ánade Azulón (Anas platyrhynchos), una pareja de Garcetas Comunes (Egretta garcetta), el Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo), un bando de unos doscientos ejemplares que sobrevolaban la presa y algunos aislados, la Gaviota Reidora (Chroicocephalus ridibundus), una adulta y varias inmaduras, la Garza Real (Ardea cinerea), tres ejemplares en total, y la Garceta Grande (Egretta alba), un único y solitario ejemplar, como suele ser habitual.
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Garceta Grande (Egretta alba). |
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Garza Real (Ardea cinerea). |
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Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo). |
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Gaviota Reidora (Chroicocephalus ridibundus). |
Fin de jornada.
Tras casi cuatro horas y media, al final resultó que no nos habíamos movido más de quinientos metros. Simplemente la jornada resultó así. Disfrutamos del constante movimiento de aves por las orillas, y de discernir entre unas y otras, a una distancia cómoda.
A modo de resumen, y sin quitar valor a las especies más comunes, garzas, chorlitejos, etc., con las que se disfruta igualmente, resaltaríamos de esta jornada las primeras Agachadizas, que no veíamos desde el invierno pasado (obviamente). El paso post-nupcial de Papamoscas y Mosquiteros, muy abundantes, y ya aparte la Ganga Ortega, especie que como he comentado, he observado por primera vez. Por contra, e increíblemente diría yo, la escasez de rapaces resulta igual de llamativa. Lo achacaremos a la mala suerte, porque esta es un área donde precisamente abundan.
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El compañero Agustín, de regreso. |
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Fin de jornada. |
Todas las fotos de la jornada aquí.